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¿CÓMO FUNCIONA UN COCHE ELÉCTRICO?
La presencia de este tipo de vehículos es cada vez más habitual en las carreteras y, sobre todo, en las ciudades. Los coches eléctricos son la alternativa más fiable y sostenible a los vehículos gasolina y diésel. Son la mejor solución ante los problemas de polución que sufren algunas urbes.
Cada vez nos familiarizamos más con este tipo de vehículos que tienen una apasionante historia y un funcionamiento sencillo. Porque, aunque no lo parezca, los coches eléctricos cuentan con una mecánica más eficiente que los de combustión. De ahí que su mantenimiento sea más barato y, en algunos casos, casi inexistente.
Pero al mismo tiempo la industria del automóvil sigue trabajando de manera muy seria en mejorar las prestaciones y autonomía de unos modelos que, como en el caso del BMW i3, ya son capaces de tener una autonomía de entre 300 y 310 kilómetros según el nuevo ciclo WLTP, que se corresponde entre 380 y 395 kilómetros con el antiguo ciclo NEDC y todo ello con una potencia capaz de pegarte al asiento.
Elementos que componen un coche eléctrico
Antes de explicar cómo funciona un coche eléctrico es fundamental conocer los elementos que lo componen. Repasando cada uno de ellos nos damos cuenta de su sencillez.
En primer lugar, como es lógico, debe contar con un motor. A diferencia de los vehículos diésel y gasolina aquí nos encontramos ante un motor 100% eléctrico de corriente alterna o continua. Los primeros son los más habituales y su diseño es más básico. Por su parte, los de corriente continua se inventaron antes, pero su uso en la actualidad es más residual. Ambos tienen dos partes básicas que son el estator y el rotor. Básicamente su función es transformar la energía eléctrica en energía mecánica. La evolución de los motores de los coches eléctricos ha sido enorme en los últimos años. Un ejemplo es el BMW i3s, que cuenta con una potencia de 184 caballos, acelerando de 0 a 100 en 6.9 segundos.
Seguimos con el cargador, el elemento desde que el que se recibe la energía eléctrica exterior a través de un punto de carga con el objetivo de poder cargar la batería o baterías del vehículo.
Para lograr este importante paso se requiere del inversor. Su papel es transformar la corriente alterna que llega procedente del punto de recarga en corriente continua que se va acumulando en las baterías. Por su parte, el transformador se ocupa de cuadrar los voltajes puesto que entre las baterías y el motor existe una acentuada diferencia de voltios.
Por último, los controladores tienen precisamente la función de controlar que el proceso culmine de manera exitosa. También se encargan de regular la energía
que recibe el motor para que no sea ni demasiado ni alta ni demasiado baja.
¿Cómo se logra que un coche eléctrico funcione?
La energía eléctrica es capaz de mover un vehículo durante más de 300 kilómetros. La clave es que esa carga eléctrica acumulada en las baterías de iones de litio se transforma en energía cinética. Todo ello se produce sin generar ningún tipo de desgaste en el motor, como sí ocurre con los coches diésel y gasolina.
Además, tienen la ventaja de que aprovechan muy bien esa energía que se genera. Hay una cifra aplastante que refleja esta afirmación: los coches eléctricos transforman en movimiento más del 90 por ciento de la energía que consumen.
Ventajas del uso de la energía eléctrica en la automoción
La apuesta por el coche eléctrico tiene una razón de ser muy clara. El planeta necesita un cambio, ya que el nivel de emisiones de CO2 es muy elevado. Muchas ciudades tienen graves problemas de polución y no son capaces de quitarse la conocida “boina de contaminación” que les persigue desde hace tiempo.
En este capítulo tiene mucho que ver el uso de coches diésel y gasolina. Por ello, hay que destacar el uso de vehículos eléctricos y también los híbridos enchufables, muestran el compromiso con el medio ambiente de quiénes los conducen.
Eso a la hora de favorecer el respeto al medio ambiente, pero el coche eléctrico también es sinónimo de ahorro para las personas que se decantan por él. En primer lugar, porque las administraciones están promoviendo su compra poniendo en marcha ayudas, ventajas fiscales y hasta bonificaciones en impuestos, como el de circulación. Asimismo, la simplicidad del funcionamiento de un vehículo eléctrico se traduce en un mantenimiento muy reducido. No existe un desgaste tan acentuado como el que registran los vehículos con motores de combustión ya que no requieren de aceite para el motor. Un menor mantenimiento es sinónimo de un mayor ahorro.
Este tipo de movilidad sostenible, también implica el hecho de que no haya que pasar por la gasolinera y solamente sea suficiente con llevarlo hasta un punto de recarga. El precio por kilómetro recorrido de un coche eléctrico unas diez veces menor que el de un coche de gasolina.
Además de una reducción de la polución, las ciudades también se benefician de una menor contaminación sonora, puesto que son vehículos muy silenciosos que al mismo tiempo permiten una conducción más cómoda ya cuentan con una caja de cambios automática.
Nuestro icono de coche eléctrico: el BMW i3
El BMW i3 es nuestro modelo 100% eléctrico, la primera pieza hacia un futuro de movilidad sostenible. Un vehículo que incluso su proceso de fabricación es respetuoso con el medio ambiente, ya que para producirlo se emplean materiales reciclables en un 95%.
Todo ello, para crear un vehículo con toda la esencia de BMW, que permite a sus conductores disfrutar de unas prestaciones excepcionales y velocidad de carga rápida del 80% en tan solo 42 minutos.
Sus materiales, ligeros y resistentes aumentan la agilidad y autonomía del BMW i3, y lo mejor de todo es que este es tan solo el primer modelo, pero no será el último.