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El coche eléctrico que hace 26 años inspiró a los BMW i3 y BMW i8
Marcando el camino de la sostenibilidad
En 1991, el sector automovilístico seguía apostando claramente por los motores de combustión, tanto los de gasolina como los, cada vez más extintos, diésel. Los coches eléctricos eran poco menos que un elemento de ciencia-ficción y la mayoría de grandes marcas carecía de interés en su desarrollo. No fue el caso de BMW. Aquel año, BMW sorprendió a propios y ajenos en el prestigioso Salón del Automóvil de Frankfurt. La novedad que atrajo todas las miradas fue el BMW E1, el vehículo eléctrico que, aún sin saberlo, marcaría la senda a seguir en las décadas siguientes. En cualquier caso, no era la primera propuesta eléctrica que salía de las factorías del Grupo BMW, sin embargo, sí fue pionera en establecer unos cánones realistas para el futuro de la movilidad eléctrica. No deja de resultar curioso que al contemplar el BMW E1, los paralelismos con el actual BMW i3 sean notables.
Una historia breve pero influyente
Cuando el proyecto que habría de dar origen al BMW E1 llegó al departamento de desarrollo técnico y tecnológico del grupo, la base previa era prácticamente inexistente. Como hemos comentado con anterioridad, se habían realizado algunas pruebas, pero sin llegar al grado de fiabilidad que exigía ese proyecto, bautizado como código Z11. En un sorprendentemente breve plazo de tiempo de diez meses, el BMW E1 era una realidad con un sistema de propulsión totalmente eléctrico. Claro que esta no sería la única innovación que traería el nuevo modelo. El diseño en general experimentó un vuelco respecto a la estética habitual de los turismos, dando entrada a materiales y soluciones más flexibles. Cabe destacar que en su fabricación se utilizaron elementos plásticos obtenidos a través de procesos de reciclaje de materiales usados, mostrando nuevamente la preocupación por la sostenibilidad. El resultado de estos avances fue un peso en vacío de apenas 907 kg, todo un hito en aquel momento. De igual modo, la duración de las baterías que habrían de alimentar estos coches eléctricos se cifró en 5 años, superando con holgura las limitaciones existentes hasta entonces. Como es sabido, el BMW E1 no llegó a convertirse en una línea fabricada en serie pero sus innovaciones, e incluso su estética, no cayeron en el olvido.
Más allá del BMW E1: el camino hacia los coches eléctricos de hoy
Dos años después de su presentación en sociedad, el BMW E1 fue equipado con nuevas
baterías, las conocidas como 'Zebra'. El objetivo de estas fuentes de alimentación era mejorar el rendimiento del vehículo, aumentando su autonomía y su velocidad máxima. No hay que olvidar que este coche eléctrico era capaz de circular durante 160 km sin recargar. Precisamente, para recargar las baterías eran necesarias entre 6 y 8 horas, aunque con un cargador de alta potencia el tiempo de espera se reducía a tan solo dos horas. Calificado por distintos medios como "el coche más avanzado del s. XX", el BMW E1 no llegó nunca a los concesionarios debido a que ni la legislación, ni las infraestructuras, ni la tecnología estaban preparadas para poder dar la bienvenida a las baterías de los coches eléctricos. Ni que decir tiene que los esfuerzos vertidos en su desarrollo habrían de fructificar un cuarto de siglo después, con el BMW i3 o el BMW i8 como orgullosos herederos.